Presente en la Beatificación: Mons. Pedro Pablo Elizondo y Mons. Jorge Patrón |
“DICHOSOS LOS QUE CREAN,
SIN HABER VISTO”
Indudablemente el pasado domingo 1º de mayo del 2011 y día de la Divina Misericordia pudimos ser testigos de un maravilloso acontecimiento en que gran parte del mundo detuvo sus actividades por un momento y se dio un regalo en ese tiempo para tranquilizar el alma y hacer una reflexión profunda sobre la vida de aquellos hombres y mujeres ejemplares de los últimos años en que Dios llamó e inspiró para servir a la humanidad apegado fielmente a su Palabra; siendo así uno de ellos Karol Józef Wojtyla quien fue elegido el 16 de octubre del 1978 el 264º Papa de la Iglesia Católica nombrándose como Juan Pablo II. Encomendando su pontificado a la Santa Virgen María, se convirtió en el instrumento de Dios para cambiar la historia de diversas naciones y millones de personas por todo el mundo.
Pocos días antes de la fecha de la beatificación de Juan Pablo II, en diversos medios de comunicación mostraban algunos testimonios de gente que tuvo la dicha de conocerlo, tocarlo y saludarlo por un breve momento; aquel diminuto tiempo bastó para dar el sí de abrir sus vidas a Cristo «Juan Pablo II abrió a Cristo la sociedad, la cultura, los sistemas políticos y económicos con la fuerza que le venía de Dios» (Homilía: Benedicto XVI, beatificación JPII). Así es Cristo, él quiere cambiar la vida de todos, quiere que le conozcamos y que aprendamos a través de personas ejemplares como Juan Pablo II haciendo de nuestra vida totalmente cristocéntrica, gozosos del amor de Dios.
Los obispos, sacerdotes, religiosas y laicos de todo el mundo llegaron a la plaza de san Pedro para estar cerca nuevamente con Juan Pablo II y ser testigos en reconocimiento de su vivencia heroica en las virtudes cristianas. Es imposible hacer un recuento de todas aquellas historias o anécdotas que surgirán de las diferentes etapas de su vida así como durante su pontificado y que empezarán a darse a conocer con el paso del tiempo, convirtiéndose en un ejemplo más para nosotros de una vida santa, demostrándonos que luchar por la santidad es durante la vida y no después de la muerte. En la homilía de la beatificación, S.S. Benedicto XVI siendo un cercano colaborador de Juan Pablo II durante muchos años, se refiere así de él: «Con su testimonio de fe, de amor y de valor apostólico, acompañado de una gran humanidad, este hijo ejemplar de la Nación polaca ayudó a los cristianos de todo el mundo a no tener miedo de llamarse cristianos, de pertenecer a la Iglesia, de hablar del Evangelio. En una palabra: ayudó a no tener miedo de hablar de la verdad, porque la verdad es garantía de libertad.»
«Dichosos los que crean, sin haber visto» (Jn 20, 29). Millones vieron el inicio de su pontificado, millones vieron el intento de asesinato y de su milagrosa recuperación, millones de jóvenes le escucharon en sus diversas visitas por todo el mundo logrando abrir de par en par las puertas a Cristo en sus corazones, millones lloraron su muerte y millones ahora festejamos la beatificación de Juan Pablo II. Sólo Dios inspira y da la fortaleza para llevar su Palabra por todo el mundo.
Lic. Alexander Aldrette Elizondo
Director de la Oficina de Comunicación Social y Prensa
Prelatura de Cancún-Chetumal
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