sábado, 27 de junio de 2009

Concluye el Año de San Pablo


Se concede indulgencia plenaria

Este domingo y mañana lunes, solemnidad de San Pedro y San Pablo, concluye el año paulino que Benedicto XVI quiso proponer a toda la Iglesia con motivo del bimilenario del nacimiento del apóstol de los gentiles, conmemoración que se inició hace ahora un año, el 28 de junio de 2008.

En nuestra Prelatura se podrá alcanzar la indulgencia plenaria el lunes 29, en la Solemnidad de San Pedro y San Pablo, de acuerdo con las condiciones necesarias. Además se realizará la ordenación de tres Diáconos permanentes en la Parroquia de San Pedro y San Pablo de Chetumal, por manos de Mons. Pedro Pablo Elizondo, LC.


Estas celebraciones coinciden con el Día del Papa. Esta jornada es una invitación a tener una mayor conciencia de la comunión afectiva y efectiva con el sucesor de Pedro, que tiene en la Iglesia el valioso servicio de confirmar a sus hermanos en la fe y fortalecer la comunión entre todas las Iglesias locales que constituyen la Iglesia, una, santa, católica y apostólica.

La celebración del año jubilar paulino ha sido también una invitación a estrechar los vínculos con los hermanos cristianos de otras confesiones y denominaciones y a vivir la dimensión misionera de la fe, a dar testimonio de nuestra adhesión a Cristo como Dios y salvador de todos los hombres.

La jornada dedicada al Santo Padre nos invita, este año, a renovar y fortalecer nuestra solidaridad con Benedicto XVI. Debemos acompañarlo con nuestro afecto, nuestra comprensión y nuestra oración en sus constantes esfuerzos de reconciliación en el interior de la misma Iglesia y con los hermanos cristianos. Y también con los seguidores de las otras religiones, como se ha puesto en evidencia con motivo de su reciente viaje a Tierra Santa. Allí pidió que se construyan puentes y no muros, y se hizo abogado de una convivencia en la paz y la justicia, una justicia que reconozca los derechos de los pueblos enfrentados de aquella región a vivir en el marco de unos estados independientes con unas fronteras reconocidas internacionalmente.

En esta Jornada del Papa, es un deber de todos vivir un acompañamiento próximo y confiado hacia aquel que ahora es el pastor de la Iglesia universal. En primer lugar, con la oración, pero también con un esfuerzo de interpretar correctamente sus gestos y sus enseñanzas, en especial cuando estamos a la espera de la publicación de su primera encíclica social. Y sobre todo con nuestro respeto, nuestra comunión y nuestro afecto hacia quien ha sido llamado a hacer presente hoy el testimonio de los apóstoles Pedro y Pablo.

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